Todos somos gatos
En un artículo publicado esta semana en el NYT, Dennis Overbye discute la posibilidad que la apertura del acelerador de partículas más poderoso de la historia – el Large Hadron Collider (LHC) en Ginebra– genere no el descubrimiento del boson de Higgs, sino el apocalípsis.
Así la sociedad exige que los científicos sean responsables y calcúlen la probablidad de que la colisión entre protones y anti-protones de altas energías provoquen la creación de un mini-hoyo negro que ingurgite y digiera nuestro mundo. Al parecer el riesgo aceptable sería equivalente a la probabilidad que un desastre natural destruya la tierra, tal como un impacto de asteroide, es decir una chance en 50 millones.
Como bien dice Laurie Anderson en su canción “Only an expert can deal with an problem”, nuestro mundo exige que especialistas emitan juicios o por lo menos cuantifiquen la posibilidad de que sucedan cosas cuyo funcionamiento nos rebasa. ¿Porque se caen los aviones? ¿Cuando sera el próximo huracán destructor, el próximo temblor? ¿Que probablidad tiene mi hijo de enfermarse, y que genes son la causa? ¿Cual es la probabilidad de que esa comida me haga daño?
Una de las paradojas mayores de la física moderna se ejemplifica en el famoso gedankexperiment mejor conocido como el gato de Schroedinger. Un pobre gato se encuentra en una caja sellada junto con una botella de gas de cianuro, conectada a un contador Geiger. Si el contador Geiger detecta la radiación proveniente de una fuente muy débil, que emite menos de una vez por hora, un martillo cae sobre la botella de gas, matando así al gato. La única manera de saber si el gato está vivo o muerto es abriendo la caja. La paradoja es que mientras no abramos la caja, el gato se encuentra en términos cuánticos en una superposición entre estados vivo/muerto. Claro nunca se ha visto un gato vivo/muerto, tan solo medio muerto...
La exigencia global de la descripción probabilística de nuestro devenir nos hermana con este pobre gato. El individuo se ha vuelto una superposición de estados vivo/muerto con cierta probablidad para cada uno de ellos. La revista francesa Multitudes, siguiendo el pensamiento de Antonio Negri, sugiere que la aparición de la biopolítica permite la creación de nuevas formas de resistencia subjetiva, nuevas formas de vida que se oponen a la racionalisación de los expertos. A la “sociedad del riesgo” se opone el individuo, quién toma consciente y voluntariamente riesgos ejerciendo así su libertad. La única solución ante esta red de posibilidades complejas es simplemente abrir la caja y salvar al pobre gato lo antes possible.
Pablo Meyer, ambuleo aleatorio por la ciencia desde México
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