Pablo Meyer, ambuleo aleatorio por la ciencia desde México

lunes, mayo 11, 2009

Entrevista (editada) de Juan Ramón de la Fuente en el periódico Reforma

¿Cuáles son las principales deficiencias y fortalezas del sistema de salud evidenciadas antes y durante la emergencia por la epidemia de influenza?

El Sistema de Vigilancia Epidemiológica empezó a detectar con oportunidad un repunte de casos clínicamente sugestivos de influenza fuera de temporada. Se ha dicho que no todas las entidades federativas reportaron a tiempo los casos. No lo sé. Pero el boletín demanal de la propia Secretaría de Salud un incremento de casos clínicos sospechosos a partir de la última semana de marzo.

Aparece entonces una primera limitación, que es no contar con un laboratorio capaz de tipificar específicamente el virus.


¿Cree que se actuó adecuadamente antes de que se hicieran públicos los casos de neumonía atípica?

Nos faltó ciencia. Ciencia para poder hacer de inmediato los estudios que nos hubieran permitido saber si la composición genética del virus era, como eventualmente supimos, diferente a los virus de la influenza previamente conocidos. En México la ciencia ha estado marginada desde hace mucho tiempo. Si hubiera habido más ciencia al alcance de nuestro sistema de salud, es probable que la estrategia sanitaria hubiera variado.

¿Cómo califica la acción del gobierno federal y del sistema de salud a partir del 23 de abril, cuando se declara la alerta?

Se adoptan todas las precauciones que deben tomarse frente a un virus desconocido. Ahora, a dos semanas de distancia, parece ser que el virus A(H1N1), al que todavía le falta un nombre más específico, pudiera no ser tan agresivo.
Un problema presente desde el inicio del brote epidémico, que se ha ido corrigiendo en el curso de los días, ha sido el de la comunicación.
Al no contar con el laboratorio desde el principio, no pudieron confirmarse ni descartarse los casos que llegaban a los servicios de salud con neumonía atípica, y esto generó una lamentable confusión, que sólo empezó a corregirse cuando se montaron las pruebas de laboratorio(PCR). Esto ocurrió hasta que llegaron a México equipos y reactivos. Entonces se pudo empezar a poner orden en las cifras. Además, ahora sabemos que en poco más de 70 personas que fallecieron en esos días no se tomaron muestras para enviar al laboratorio y no se hicieron estudios postmórtem. No sabemos ni sabremos si fueron víctimas del virus o no.




¿Qué medidas de fondo deberían tomarse para contar con un Sistema de Salud que garantice el acceso de todos los mexicanos y sea capaz de prevenir este tipo de epidemias?


Ante epidemias como ésta, el reforzamiento que más requiere nuestro Sistema de Salud es de tipo científico y tecnológico, obviamente con los recursos humanos capacitados para operarlo eficientemente. La ciencia puede ser nuestra mejor aliada. Podríamos tener algunos laboratorios de bioseguridad de los denominados nivel 3, para hacer la secuenciación genética de los virus y fortalecer la Red de Laboratorios Estatales de Salud Pública para no estar dependiendo del extranjero. Urge también concluir la nueva planta para la elaboración de vacunas. Esas tres acciones nos permitirían contender mucho mejor con la siguiente epidemia.


¿Cómo debería de ser un sistema normal de salud en un país con las características demográficas y económicas de México?


Unificar al IMSS, al ISSSTE y a la Secretaría de Salud en un solo sistema no es sencillo. La Ley Federal del Trabajo, por ejemplo, en sus apartados A y B, establece diferencias de fondo en los Sistemas de Seguridad Social: uno es tripartita, el otro no. El IMSS se mantiene mediante una suerte de impuesto a la nómina, las cuotas obrero-patronales.

En muchos países los sistemas públicos de salud se financian de los impuestos generales y todos tienen acceso a ellos, porque todos o casi todos pagan impuestos. Esto no ocurre en nuestro país, de hecho, al parecer, la masa tributaria va a la baja. El Seguro Popular ha tenido la ventaja de lograr incrementos sustantivos en el financiamiento de los servicios de salud, pero no deja de ser un programa regresivo que acaba por estimular la economía informal.

El Seguro Social, otrora robusto financieramente, padece desde hace años anemia financiera. Los Servicios Estatales de Salud son heterogéneos. El modelo centralista mostraba claros signos de insuficiencia desde la década de los setenta del siglo pasado. A mi me tocó impulsar la descentralización, que concibió originalmente Guillermo Soberón. Estoy convencido que fue un paso en la dirección correcta. Después ya no tuvo el seguimiento y la continuidad que un cambio estructural complejo como ése requería.

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