
Ciencia Ficción
Michael Crichton murió esta semana, y aunque debo confesar que no soy fan de lliteratura de ciencia ficción, no podía dejar pasar la ocasión porque sí he leído a algunos de los clásicos (Stanislav Leem, Isaac Asimov, H.G Wells,Julio Verne y Rudy Rucker entre otros). Crichton es mejor conocido por ser el autor de los best-seller “Jurassic Park “ y “El mundo perdido” que se volvieron asimismo películas taquilleras y que muestran que nunca puede haber demasiados dinosaurios .
Pero también escribió novelas como “Estado de terror” y la “Sepa de Andromeda” en donde se atrinchera en posiciones radicales, intentando desmentir el calentamiento global por un lado y relatando las nefastas consecuencias causadas por la contaminación de la tierra por un virus extraterrestre.
Crichton forma parte de los escritores que yo llamaría clásicos de ciencia ficción en donde lo más importante no es la lengua ni los personajes, sino el objeto de ficción inventado. Estos objetos que no son de nuestro mundo o de nuestro presente -tales como la máquina del tiempo, los dinosaurios, el virus extraterrestre -cambian la realidad que los rodea como si fuesen semi-dioses o pesadillas encarnadas. Es el choque entre ese objeto inventado y el mundo cotidiano que genera la tensión central en las historias. Gran parte de la narrativa se sostiene sobre una explicación lo más científica possible del objeto de ficción. Así recuerdo con pasión los pasos por los que tuvieron que pasar- del mosquito pica-dinosaurios petrificado en ambar a la regeneración del genoma de dinosaurio y su introducción en células de ave- para generar los dinosaurios del parque jurásico. Es cierto que la materialisación de un objeto imaginario (un temor inconsiente) es una buena formula para proyectar y estudiar los temores y las consecuencias de los avances tecnológico-científicos. Pero la literatura de ciencia-ficción quiere ir más allá y legitimar su discurso haciendo una calca de los razonamientos y el lenguaje científico. Aquí es donde Crichton se equivoca intentando argumentar y atacar los datos que sportan el calentamiento global. La literatura de ciencia-ficción puede servir como gimnasia intelectual (cuando no como divertimiento), pero su objeto por más que se disimule en el discurso no deja de ser la psyche humana.
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