El principe y la ciencia
El caso del flamante premio Principe de Asturias para artes y ciencia, el mexicano Arturo Alvarez-Buylla, es un ejemplo más de la falta de visión de nuestros gobernantes. Arturo, hijo de refugiados españoles, estudió la carrera de Biomédicas en la UNAM y después se fué a la universidad Rockefeller en Nueva York, donde realizó la mayoría de las investigaciones que lo llevaron a obtener el premio.
El tema principal de su investigación es la regeneración de neuronas en el cerebro, un tema Tabú hasta hace poco ya que se creía que las neuronas nunca se reemplazaban. Las neuronas es cierto, no se dividen pero sí pueden morir y ser reemplazadas por otras neuronas. El cerebro no es solo un continuo de materia gris y materia blanca, sino que tiene unas zonas huecas simétricas llamadas subventrículos. El laboratorio de Arturo mostró entre otras cosas que existen en los subventrículos laterales del cerebro una células -llamadas astorcitos- que se dividen , migran y se diferencían en neuronas. También mostró lo mismo en el contexto por ejemplo de la olfacción. Sus estudios realizados inicialmente en ratones se han extendido ahora a humanos en su laboratorio de la Universidad de California en San Francisco. En un reciente artículo en la revista Nature, muestra que en infantes de menos de 18 meses, células provenientes de las zonas subventriculares migran hacia la corteza cerebral y el bulbo olfactorio.
La importancia de los estudios de Arturo lo hacen claramente un candidato al Nobel de Medicina.
Ahora bien, Arturo creció en Colima, y en su oficina de la Universidad Rockefeller colgaba una foto del volcán Nevado. Alguna vez me platicó que bajo el gobierno de Salinas de Gortari surgió la idea y la propuesta concreta de fundar un instituto de Neurociencia en Colima. Arturo estaba muy emocionado, como todos los científicos mexicanos en el extranjero, con la idea de volver al país, a un lugar maravilloso y poder hacer buena ciencia. El proyecto cayó al agua, y Arturo se quedó en Estados Unidos.
El presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, Arturo Menchaca, relató hace poco unos números preocupantes. México produce 3 mil doctorados al año (mucho menos que Brasil que produce 10 mil), pero de eso 3 mil, solo mil encuentran trabajo en México. Para que entonces formar cuadros de alto nivel, gastar en su educación (casi todos son becados por el Conacyt) si luego no les van a dar trabajo. El gobierno del PAN que prometió cambiar la Ciencia en México, no ha logrado su propósito de involucrar más a las empresas privadas, ni ha aumentado el presupuesto científico que sigue varado en un triste 0.38%. El más bajo para un país de la OCDE.
La solución? Desarmar el sistema clientelista que existe también en la ciencia mexicana, quitar a los burocratas de la ciencia del poder y dar oportunidades a los jóvenes que están en el exterior haciendo carreras brillantes. Así de simple!
Que no se nos sigan llendo más Arturos, gente talentosa, apasionada por el país, pero engañada y decepcionada por el sistema.
Pablo Meyer, ambuleo aleatorio por la ciencia desde México
viernes, octubre 28, 2011
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